El desarrollo de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) durante los últimos años ha sido fundamental para que el teletrabajo se haya convertido en una opción perfectamente válida para empleados y empresas.
Un ordenador con conexión a Internet, una mesa acondicionada, a poder ser provista de un lugar luminoso y la cabeza bien despejada son, en esencia, los ingredientes fundamentales para teletrabajar. Aunque, como bien hemos podido comprobar, la cosa se complica cuando hay niños reclamando atenciones por parte de sus progenitores en horario laboral o personas en viviendas compartidas tratando de buscar rincones propicios para la concentración. A día de hoy, más allá de los casos de obligado trabajo a distancia durante los tiempos de confinamiento, cabe preguntarse: ¿Ha llegado esta modalidad para quedarse? ¿Resulta efectiva? ¿Presenta más ventajas que inconvenientes?
UN PASEO POR LA HISTORIA
En primer lugar, hay que puntualizar que el teletrabajo tiene una larga historia detrás. En otras palabras, esta forma de trabajar no nació con el Coronavirus, de hecho, desde la Revolución Industrial se han implementado diferentes versiones del empleo a distancia. Fue en esta época cuando, ante la imposibilidad de competir con la producción en masa, gran parte del artesanado se vio obligada a transformarse en obreros asalariados que se trasladaron del campo a los centros industriales. Nacía así el proletariado, de manera que ya no era el comerciante el que acudía a la casa del artesano a por las manufacturas, sino que este último se trasladaba a la fábrica para trabajar en las mismas.

Llegada la primera mitad del siglo XX, el desarrollo de la sociedad de consumo trajo consigo la proliferación de múltiples profesiones. El mercado laboral se diversificó y estratificó, aunque la mayoría de los empleados seguían compartiendo el patrón de que trabajaban fuera de sus casas. Unos salían de sus viviendas para ir a las fábricas y explotaciones industriales, mientras otros se trasladaban al centro de las ciudades para acudir a las oficinas y establecimientos comerciales.
Este sistema fue implementándose hasta que pocos quedaron fuera de él. En su mayoría se trataba de pequeños comerciantes o profesiones liberales como artistas, abogados, médicos, periodistas o arquitectos que disponían de su propio despacho, taller o tienda en su vivienda.
Durante la segunda mitad del pasado siglo XX el panorama cambió y, en muchos hogares occidentales, solo quedaron las amas de casa. Estas, bien por necesidad (muchas fueron expulsadas del mercado laboral una vez terminada la Segunda Guerra Mundial) o bien por interés propio, decidieron compaginar las labores hogareñas con trabajos remunerados.
Parecido escenario se vivía en los hogares de nuestro país, donde los empleos más habituales tenían que ver con las labores domésticas: coser y planchar, sobre todo. En otros casos se desarrollaban otras actividades como clases particulares, mecanografía o peluquería. A esta modalidad se unía un novedoso método de trabajo exportado directamente de Estados Unidos, y que reportaba igualmente a las amas de casa unos ingresos extra: las ventas por demostración de la popular marca Tupperware.

Si echamos la vista atrás, en esta misma línea, recordaremos también la famosísima frase de “Avon llama a tu puerta” que tuvo entre sus adeptas a nuestras propias abuelas y madres. Así, los hogares peruanos medios vivían en plena época yeyé una auténtica revolución al introducir la citada marca de belleza el maquillaje en la rutina diaria de las amas de casa, quienes, además, si así lo deseaban, podían embarcarse en la aventura de convertirse en sus prescriptoras y obtener así ingresos propios. El sueño americano.

Volviendo a nuestros días, esta forma de trabajar es ya una práctica habitual, fundamentalmente en empresas que se dedican al sector servicios y, muy especialmente, entre los autónomos, aunque hasta ahora se había considerado como algo secundario, sobre todo porque planteaba una desconfianza que, hasta la llegada de la COVID-19, se ha visto que resultaba excesiva y ahora empieza a corregirse y comprobarse las claras ventajas que esta manera de trabajar puede reportar.
Por otro lado, los datos hablan por sí solos y, si bien es cierto que cada vez se naturaliza más este modo de planteamiento laboral, Perú ha sido uno de los países donde el trabajo en remoto ha tenido poco impacto hasta la llegada de la pandemia, el trabajo en remoto tenía mayor peso en Chile, Reino Unido o en algunos países europeos, que ya eran partidarios de esta modalidad desde tiempo atrás. Así, lugares como Países Bajos, Finlandia, Luxemburgo o Austria, encabezaban la lista con cifras del 14%, 13,3%, 11% y 10% de teletrabajadores respectivamente en el año 2018.
UN ESCENARIO FAVORABLE
La aceleración de la digitalización, que, ya se venía gestando tiempo atrás, ha sido uno de los factores decisivos a la hora de adoptar el teletrabajo. Y, por supuesto la conectividad.

En definitiva, el desarrollo de las TIC durante los últimos años ha sido fundamental para que el teletrabajo se haya convertido en una opción perfectamente válida para empleados y empresas. Y es que, gran parte de las dudas que generaba el trabajo a distancia durante sus inicios, estaba motivado, precisamente, por la entonces situación de precariedad de los sistemas de almacenamiento de información y telecomunicaciones. Sin embargo, a día de hoy, el posible recelo que pudiera generar esta modalidad, como la falta de comunicación o coordinación, se ha visto solventado gracias a las múltiples herramientas existentes al alcance de todos y que hacen más eficiente el teletrabajo.
Entre las ventajas que ofrece esta modalidad de trabajo están:
- Mayor flexibilidad horaria y reducción del estrés al ofrecer la posibilidad de gestionar el tiempo sin presiones.
- Mayor facilidad para compaginar la vida familiar y profesional. La llamada “conciliación”, término tan en boga últimamente y habitual en el debate político y social, supone un gran reto que está creando un importante problema en términos laborales y en el campo de la igualdad de oportunidades, afectando principalmente a las mujeres madres. La intención es buena, desde luego, veremos sin embargo si este equilibrio se logra o se queda en una mera ilusión…
- Aumento de la productividad al poder reducirse las interacciones superfluas y posibles distracciones.
- Impacto positivo en el medio ambiente debido a la reducción de los desplazamientos al centro de trabajo.
- Oportunidad de acceso al trabajo para personas con movilidad reducida, brindando a múltiples perfiles profesionales valiosos la posibilidad de acceder a sus puestos de trabajo que, de otra forma, sería más difícil.
- Mejora de la motivación y la productividad. La comodidad del trabajo a distancia, donde el trabajador sabe que puede organizar su tiempo y atender un imprevisto que pueda surgir (gestión urgente, temas burocráticos, un hijo que necesita que se le lleve al médico…) sin que suponga un perjuicio para la empresa en ese momento, hace que aumente su motivación y compromiso para cumplir con los objetivos e implicarse en los proyectos, siendo consciente de las ventajas de su situación laboral.
- Acceso a mejores profesionales. Desde el punto de vista empresarial, el trabajo a distancia otorga la posibilidad de reclutar profesionales de más alto nivel y especialización, ya que no hay que ceñirse únicamente a la oferta de trabajadores disponibles en su entorno geográfico, sino que, al traspasarse esas fronteras, el acceso al perfil idóneo para el área en concreto está disponible con mayor facilidad.
¿QUÉ SECTORES SON IDÓNEOS PARA EL TELETRABAJO?
Como es lógico, el teletrabajo tiene sus limitaciones y no todas las empresas y profesionales pueden optar a ella. Sin embargo, determinados sectores encuentran es esta modalidad el formato ideal para desempeñar sus servicios. Hablamos de diseñadores, community managers, locutores, redactores freelance, y por tanto perfiles del mundo de la Comunicación, traductores, ilustradores, editores, contables, profesores o el sector de la Informática, entre los más destacados. Recordemos además que el boom del e-learning ha hecho posible el aprendizaje a distancia, con lo que el área de la Educación se ha fortalecido a este respecto.

Conviene sin embargo aplicar la cautela puesto que, lógicamente, la situación excepcional que hemos vivido a lo largo del pasado año y durante estos meses no es representativa de la filosofía pura del teletrabajo, basada en primer lugar en la libre elección de esta opción laboral.
DESVENTAJAS DEL TELETRABAJO

Está claro que, además, en contrapartida, habrá quienes encuentren la parte menos ventajosa de la moneda: un aumento del sedentarismo y de los problemas físicos que ello puede acarrear, el riesgo de no desconectar y trabajar más horas de las habituales, un aumento del aislamiento que, en consecuencia, lleve a una situación de estrés y a una reducción de las relaciones interpersonales o posibles problemas de ciberseguridad.
Distinto es el caso de aquellos perfiles profesionales que se acogen a la modalidad del teletrabajo libremente, como es el caso de los freelances y autónomos, y para quienes esta presenta la forma idónea de llevar a cabo sus proyectos con una correcta gestión de los tiempos necesarios para abordarlos, además de constituir el escenario perfecto para compaginar trabajo y vida personal y, en definitiva, trabajar por vocación y motivación.
¿CUÁL SERÁ EL FUTURO DEL TELETRABAJO? ¿ESPEJISMO O REALIDAD?
Ser categóricos al respecto de lo que ocurrirá en nuestro futuro más cercano resulta complicado, más teniendo en cuenta que, tras el año de pandemia mundial que hemos vivido, muchos de los preceptos y maneras de actuar de antaño se han visto sacudidos desde los cimientos. Además, en gran parte se ha tratado de medidas improvisadas, urgentes y de carácter restrictivo y que, como comentábamos en anteriores líneas, no han sido el reflejo de una situación normalizada.
Si bien muchos expertos coinciden en indicar que nos encaminamos ineludiblemente a un modelo mixto, en el que el teletrabajo se combine con el desempeño presencial, dependiendo de las características del puesto y de las necesidades del profesional, muchas empresas tienen previsto regresar a un 100% de presencialidad laboral en 2022, entre ellas, curiosamente, empresas llamadas “tecnológicas”, como Google, Facebook, Netflix o Amazon.

¿Pero no decíamos que nada volvería a ser como antes y que algo cambiaría tras meses de confinamiento y distancia social?
A la fecha, en el Perú un 95% de las empresas tiene colaboradores trabajando en esta modalidad. De este total, un promedio del 58% lo hace en modalidad presencial, mientras el 42% lo hace de manera digital, desde casa. Dicha diferencia está relacionada al rubro del cual proviene la empresa. Por ejemplo, en los sectores educación (74%), finanzas y seguros (62%), petróleo energía (61%) destaca el home office. Algo distinto a los sectores agroindustrial y pesquero (77%), minería y metalurgia (76%), alimentos y consumo masivo (71%) donde la mayoría de los trabajadores cumplen sus funciones de forma presencial, principalmente por la naturaleza de sus labores.

La vuelta a la presencialidad se justifica desde la necesidad de mejorar la productividad (a pesar de estudios en contra), y en algunos casos también de recuperar la creatividad en el trabajo. Sin embargo, la realidad para muchos responsables de recursos humanos es que un modelo semipresencial presenta retos de difícil solución… Hablando en plata, una bonita fórmula imposible de aplicar.
En el lado contrario, empresas como la consultora everis, con más de 33.000 empleados en 17 países, incluido Perú, elegida como la mejor empresa para trabajar en España en 2021 según LinkedIn, ha instaurado un modelo laboral flexible que combina presencialidad y teletrabajo, adaptado a las necesidades de cada uno de sus empleados. Sus profesionales pueden elegir trabajar desde casa o acudir a la oficina. Un modelo diseñado a partir de las encuestas de experiencia de empleado, donde el 70% ha expresado que quiere mantener un modelo de trabajo en el que prime un alto porcentaje de teletrabajo.
Lo que parece seguro es que, aquellas empresas que den el salto a modelos de trabajo actualizados, inteligentes, en los que el desarrollo tecnológico y las demandas de sus trabajadores sean escuchadas, se adaptarán mejor a los estilos de vida cambiantes que van configurando nuestra sociedad.
El futuro se va escribiendo en el presente. De hecho, podemos afirmar que, en realidad, la única certeza es que no existe certeza, y esto es algo que la pandemia ha dejado en claro más que nunca. Caminemos, pues, con la adaptación como herramienta de supervivencia en este cambiante mundo.